En La marca Grafein en los talleres de escritura, Alcira Bas y Romina Colussi aspiran a mucho más que contar la historia de un laboratorio de escritura creado hace medio siglo y con ramificaciones múltiples en distintos ámbitos. Más bien, las autoras van detrás de las huellas que estos talleres dejaron a la hora de pensar técnicas de creación de textos en nuestro país y la región, volviendo la vista atrás para proyectarla hacia el futuro. Grafein, que en griego significa «yo escribo», nació en 1974 como un laboratorio de producción de textos dentro de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Su principal apuesta era pensar la escritura ya no como un medio para narrar o expresar ideas sino como algo que en sí mismo produce una materia. Mediante un curioso vaivén, las consignas que se les planteaban a los y las participantes daban pie a un recorrido lúdico y reflexivo hacia los misterios de su propia lengua. Al narrar las peripecias y enfoques de muchos espacios que desde entonces incorporaron la «marca Grafein», Bas y Colussi buscan entender los alcances de esa idea de laboratorio de escritura en contextos diversos: del manual ministerial al taller informal, del aula de escuela a los cursos de capacitación docente. Quizás una de las claves esté en que, tal como ellas mismas escriben, «en Grafein nada se da por sabido ni por acabado».